Estos macarons se convirtieron en un delicioso regalo de comunión para la hija de una amiga, lo cual me ahorró un montón de tiempo... sí, ya, ahora estaréis pensando : "a esta tía se le ha ido la pinza del todo. Ahorrar tiempo haciendo macarons con el trabajo y el tiempo que lleva el prepararlos!!" Pero no tener que acercarme al centro y empezar a buscar un regalo, con el consabido ¿qué le compro que le vaya a gustar a la criatura?, se puede considerar un buen ahorro de tiempo, sobre todo teniendo en cuenta que los macarons los suelo preparar en las últimas horas del día que es cuando me queda un ratito libre.
Bueno, pues a lo que iba, que al final resultó un regalo distinto a lo habitual y gustar gustaron un montonazo.
Lo de hacer emojis con ellos se lo había visto hacer a uno de mis gurus macaroniles en instagram, @arelio_sweetbox y me pareció una idea realmente divertida y acertada para regalárselos a una niña, así que me puse manos a la obra... más bien a la masa.
Las coquilles son de limón, están rellenos con nata vegetal y lemon curd y decorados con rotuladores de tinta comestible.
Ingredientes :
- 75 g de azúcar glass
- 75 g de harina de almendra
- 27 g de claras
- 2 ó 3 gotas de esencia de limón
- 1 pizca de colorante en pasta amarillo limón de Wilton
- 75 g de azúcar blanquilla
- 21 g de agua
- 27 g de claras
- Nata vegetal montada
- Lemon curd
- Rotuladores de tinta comestible marrón, azul y rojo
Es fundamental que el azúcar glass sea comprado, no vale el que
podamos preparar nosotros en casa ya que no será lo suficientemente
fino, además el comercial lleva en su composición antiapelmazantes.
La harina de almendra debe estar muy muy fina picada para que el macaron quede liso.
Por este motivo es bueno triturar ambos juntos durante unos 10
segundos a la máxima potencia. Yo lo hago en la Thermomix pero podéis
usar también un molinillo. Ojo, si os pasáis la almendra comenzará a
soltar su aceite interior formándose una pasta y ya no nos serviría.
Después es recomendable tamizar la mezcla, aunque yo no lo hago.
Poner en un bol, añadir las primeras claras y mezclar hasta que se
unifique la masa. Agregar la esencia y el colorante y mezclar hasta integrar.
Tapar el mazapán resultante con film para que no se reseque.
Para el siguiente paso necesitaremos un termómetro de cocina.
Poner en un cazo el azúcar junto al agua y llevar al fuego. Cuando
la mezcla alcance los 110º C comenzar a batir las otras claras, deberán
estar casi montadas cuando el almíbar llegue a 118º C. Retirarlo del
fuego, bajar la velocidad de montado de las claras y añadir en forma de
hilo por un lateral (no por encima de las varillas) el almíbar. Cuando
esté totalmente integrado volver a subir la velocidad y seguir batiendo
hasta que la temperatura baje a unos 40º C, vamos que al tocar las
paredes del bol este esté templado.
El siguiente paso es lo que se llama el macaronage, que
consiste en unir ambas preparaciones, para lo cual usaremos una lengua y
mezclaremos con movimientos envolventes hasta que estén bien
integradas. Deberá estar lisa y brillante y debe caer lentamente en
forma de cinta si la dejamos caer desde la lengua.
Rellenar una manga provista de una boquilla lisa de unos 12 mm y
formar pequeños montoncitos de unos 3'5 mm de diámetro (más o menos el
mismo diámetro que el tapón de una botellita de agua) sobre un tapete
de teflón o papel de horno, con la manga perpendicular a la bandeja. Lo
ideal es hacerse una plantilla para ajustar el espacio y controlar el
tamaño. Dar golpecitos a la bandeja por bajo para que
los picos que nos hayan quedado al formarlos se integren.
Dejar que se sequen para que formen una ligera costra que será
determinante para que les salga un buen pie y no rompan por arriba al
cocer. Al tocarlos ligeramente con los dedos no se deben pegar.
Precalentar el horno a 150º C, con calor de arriba-abajo y sin aire, y dejarlos cocer durante unos 12 minutos a media altura.
Sacar y
dejar enfriar sin levantarlos hasta que estén fríos que ya veréis como
se despegarán casi solos. Si no es así podéis ayudaros de un cuchillito.
Guardar en la nevera dentro un recipiente hermético durante unas 24
horas antes de rellenarlos para que se terminen de asentar y queden con
esa textura tan especial que debe de tener un buen macaron.
Decorar con los rotuladores dibujando los emojis que más te gusten. Y, si te atreves, haz alguno de chocolate con forma de mierd... ya tú sabes
Seguro que todos disfrutan al ver estos divertidos macarons... y más cuando se los coman, jejjeje.
El problema es que se terminan demasiado rápido
Fuente : Pierre Hermé adaptada por Cupcakes a gogó