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jueves, 28 de noviembre de 2019

Rollitos de pavo, arándanos rojos y brie. Salsa de arándanos rojos con semillas de mostaza y naranja

    Hay que ver lo que nos gustan aquí las celebraciones, es descubrir que en cualquier sitio hacen fiesta por algo que en nada lo estamos celebrando nosotros también, y es que nos va la marcha. O puede ser que el buen rollo que te da el juntarte y montar una fiesta nos puede. 😂😂
    Que llega San Patricio pues todo se vuelve verde y se llena de tréboles y, ala, a jartarse de cerveza. En Halloween nos disfrazamos y arropamos nuestros huesos de santo y buñuelos con telarañas y sangre. Así que llegado Thanksgiving Day, Día de Acción de Gracias, lo que tocaría sería comer pavo con salsa de arándanos... y, en esas, llegamos a la entrada que hoy os traigo, que es básicamente eso : pavo con arándanos rojos. Pero, como nuestra cena va a ser más informal, la preparamos en modo "para llevar". 😉😉
  

    Antes de ponernos al lío, vamos a ver que es eso del Thanksgiving Day, que además de alimentar el cuerpo no está de más alimentar el conocimiento ¿no os parece?
    En cuanto al origen de esta tradición, hay constancia de que empezó a celebrarse durante el primer cuarto del siglo XVII.
    La mayoría de los historiadores señalan su inicio en el año 1621 donde los colonos de la Colonia de Plymouth (que hoy en día forma parte del estado de Massachusetts) no contaban con suficiente comida para alimentarse y, en la primavera de 1621, un grupo de indios les  ayudaron, enseñándoles como tenían que labrar sus campos, para cultivar así sus propios alimentos. También les enseñaron a pescar y cazar, lo que hizo que no terminaran muriéndose de hambre.
     En agradecimiento a los indígenas les ofrecieron una celebración donde compartieron sus alimentos. Año tras año se tomó la costumbre de reunirse todas las familias de la colonia y dar gracias por todo lo conseguido en los anteriores doce meses. Ese acto es el que (según la mayoría de expertos) se señala como el inicio de la tradicional celebración del Día de Acción de Gracias.
     Poco a poco fue extendiéndose la costumbre entre otros colonos, convirtiéndose en algo tan popular y arraigado en todo el territorio norteamericano que, en 1863, el presidente Abraham Lincoln proclamó oficialmente el último jueves de noviembre como día de fiesta nacional.
    Es tan importante para ellos, o más si cabe, como el día de Navidad y, esta celebración, da inicio a la cuenta atrás hacia Navidad. (Fuente : 20minutos


    Igual no vendría mal el recordar el origen de esta fiesta a su presidente actual, para ver si así le afloraba un poco de empatía hacia los que hoy pasan por lo que pasaron ellos mismos en otra época.
    Bueno, ahora ya vamos a por la receta.


    Ingredientes :
    Para la salsa de arándanos rojos
  • 125 g de arándanos rojos frescos
  • 1 chalota pequeña
  • 1/2 cucharada de aceite de oliva
  • 1/2 cucharada de jengibre fresco rallado
  • 1/2 cucharada de granos de mostaza amarilla
  • 1/2 rama de canela
  • 1 estrella de anís
  • 35 g de azúcar
  • La piel de 1 naranja
  • Sal
  • Pimienta negra de molinillo

    Para el sazonador para aves
  • 2 cucharaditas de salvia picada seca
  • 1 y 1/2 cucharadita de tomillo seco
  • 1 cucharadita de mejorana seca 
  • 3/4 de cucharadita de romero seco
  • 1/2 cucharadita de nuez moscada rallada
  • 1/2 cucharadita de pimienta negra molida
    Para los rollitos
  • 8 hojas de masa filo
  • 400 g de carne picada de pavo/pollo
  • 1/2 cucharadita de sazonador para aves
  • 125 ml de salsa de arándanos rojos
  • 200 g de queso brie cortado en 16 lonchas
  • Sal
  • Pimienta negra de molinillo
  • Aceite de oliva
    Lo primero prepararemos la salsa. En una cazuela, a fuego medio, poner a dorar, durante 3 ó 4 minutos, la chalota picada muy fina y el jengibre.Añadir las semillas de mostaza, la canela y la estrella de anís y dejar cocer, sin parar de mover, hasta que las semillas comiencen a saltar y empiece a desprenderse el aroma de las especias, unos 2 ó 3 minutos.
    Agregar los arándanos, el azúcar, la piel de naranja y 90 ml de agua. Salpimentar al gusto y llevar a ebullición. Bajar el fuego al mínimo y dejar cocer 10 minutos. Apartar del fuego y dejar enfriar antes de retirar la canela, la estrella de anís y la piel de naranja. Si os sobrara después de preparar la receta la podréis conservar en la nevera, metida en un tarro de cristal, durante 3 días como máximo.


    Para preparar el sazonador sólo tendréis que triturar todos los ingredientes del mismo, hasta que se convierta en un polvo fino, y guardar en un botecito hermético. Utilizaremos muy poca cantidad así que lo que os sobre guardarlo en un sitio seco y al abrigo de la luz.
    Poner en un bol la carne picada y espolvorear por encima el sazonador, la sal y la pimienta. Amasar, con las manos o con una cuchara de madera, hasta que esté repartido uniformemente.
    Precalentar el horno a 200ºC, con calor de arriba-abajo. Preparar una bandeja de horno cubriéndola con papel.
    Sacar las hojas de la masa filo y partirlas por la mitad a lo ancho. Mantenerlas tapadas con un trapo húmedo limpio para que no se sequen, ya que se vuelven quebradizas enseguida.
    Coger una de las mitades de la masa filo y colocarla a lo largo en la superficie de trabajo. Poner, en uno de los extremos, dejando tres dedos de margen para poder cerrarlo, 1 cucharada de la carne. Extender una cucharadita sobre ella y cubrir con una loncha de brie. Pincelar con un poco de agua los bordes de la masa para que se quede sellado al doblar. Doblar los tres dedos de margen que habíamos dejado en el extremo sobre el relleno. Después doblar los laterales sobre la masa doblada, como si fuera un sobre, y envolver sobre el resto de masa como si fuera un burrito. Colocar sobre la bandeja preparada y repetir el proceso con el resto de la masa filo hasta terminarla.
    Pincelar por encima con un poco de aceite y hornear, a mitad de altura, durante 15 minutos o hasta que estén bien doraditos.
    Dejar enfriar los rollitos sobre la bandeja durante unos pocos minutos. Servir acompañados con el resto de la salsa de arándanos.


    Si la salsa hubiera quedado demasiado espesa, podéis aclararla con un poquito de agua hasta que consideréis que tiene la textura perfecta para mojar los rollitos en ella.


    Rico no, lo siguiente... palabrita del niño Jesús.

    Fuentes : Adaptadas de Epicurious (Salsa), Spend With Pennies (Sazonador para aves) y Recipe Runner (Rollitos)

lunes, 25 de noviembre de 2019

Galletas de miel sin huevo. Cerillas para la cerillera {Una galleta, un cuento}

    De aquí a, justamente, un mes será Navidad y, aunque hace tiempo que los dulces navideños copan las estanterías de las tiendas, es ahora cuando comienza la verdadera cuenta atrás de las fiestas.
    Cientos de luces navideñas comienzan a iluminar nuestras cuidades y es entonces cuando me viene cada año, de una manera recurrente, la imagen  de uno de los cuentos que llenaron la Navidad de mi niñez. Podíais pensar que mi preferido era el tradicional Cuento de Navidad de Dickens pero, en mi caso, eso no se ajusta a la verdad, ya que él que siempre ha sido mi preferido, y lo sigue siendo, es la pequeña cerillera de Andersen.


    Este mes me ha tocado a mí elegir en el proyecto "Una galleta, un cuento" y no me he podido resistir a que sea, precisamente éste, sobre él que trabajemos en esta ocasión... que ya le tenía muchas ganas.


    Por supuesto, no hay nada más representativo de este triste cuento que una caja con cerillas así que eso es precisamente lo que he preparado : unas deliciosas galletas de miel con forma de cerillas.


    Ingredientes :
  • 75 g de azúcar
  • 75 g de miel
  • 50 ml de agua
  • 100 ml de aceite de girasol
  • 5 g de levadura química (tipo Royal)
  • 1/2 cucharadita de vainilla
  • 300 g de harina
  • 80 g de chocolate de cobertura de70%

    Templar el agua y disolver en ella el azúcar y la miel. Añadir la vainilla y la levadura y remover hasta que la mezcla esté homogénea. Agregar el aceite e integrar. Incorporar la harina poco a poco hasta que la masa no se pegue a las manos pero sin quedar demasiado dura. Es posible que no necesitéis toda la harina o que tengáis que añadir un poco más, la cantidad que os pongo es orientativa y será la masa la que os vaya pidiendo la que necesite.
    Hacer una bola con la masa y envolver en plástico. Refrigerar un mínimo de 4 horas para que coja cuerpo.
    Una vez refrigerada, estirar con un rodillo, entre dos hojas de papel de horno, dejándola con un grosor de 1cm. Cortar en tiras de 1cm o centímetro y medio de ancho por 10cm de largo aproximado.
    Colocar en una bandeja, forrada con papel, dejando separación entre ellas para que no se peguen. Redondear uno de los extremos dándole la forma de la cabez de la cerilla, en la siguiente foto podéis apreciar mejos la forma, y volver a refrigerar.


    Precalentar el horno a 170ºC, con calor de arriba-abajo.
    Hornear durante unos 12 minutos o hasta que estén ligeramente doradas. Sacar del horno y dejar reposar unos minutos en la misma bandeja antes de pasarlas a una rejilla para que se terminen de enfriar.
    Con esta cantidad de masa os saldrán unas 35 cerillas de las dimensiones que os he puesto.
    Sólo faltará bañar las cabezas en el chocolate y dejar secar. Para eso derretir en el microondas, en golpes de 30 segundos y removiendo tras cada periodo, 2/3 del chocolate en un vaso extrecho, donde quepan las cabezas de las cerillas, hasta que esté totalmente fundido, teniendo cuidado de que no se queme. Añadir el resto del chocolate y remover hasta que la mezcla esté uniforme.
    Meter la cabeza de cada galleta en el vaso hasta que esté cubierta de chocolate. Dejar escurrir y dar unos pequeños golpecitos para retirar el exceso, deberá quedar una capa fina pero uniforme.
    Ir depositando las galletas bañadas sobre una bandeja cubierta con papel de horno y dejar hasta que se seque el chocolate.


    Fuente : Bilyrecetas

jueves, 21 de noviembre de 2019

Gratín de tupinambos al gorgonzola

    Parece que ya se ha decidido a llegar el frío y, la verdad, ya tenía ganitas porque estaba saturada de buen tiempo... seguro que en menos de un mes me acordaré de estas palabras y estaré totalmente arrepentida de haberlas pronunciado pero, en este momento, eso es lo que pienso.
    La mejor manera de poner el cuerpo a tono es una comida contundente, con un ingrediente de temporada, aunque no demasiado conocido, que es una verdadera delicia : el tupinambo.
    Hace poco más de 3 años que descubrí este tubérculo, de la mano de Yotam Ottolenghi, y sigue entrando en mi cocina cada invierno desde entonces.


    Los tupinambos, también llamados alcachofas de Jerusalén, patatas de Judea, patacas o girasoles de Canadá, aunque en nuestro país son más conocidos como aguaturmas, son ricos en fósforo y potasio. Eran otro de los productos cultivados por los nativos americanos que vinieron a colonizar nuestras cocinas desde el otro lado del charco, aunque no eran muy populares hasta que Antoine Parmentier empezó a incluirlos en su cocina. (Fuente: Directo al paladar)


    Ingredientes :
  • 700 g de tupinambos
  • 125 g de crème fraîche
  • 100 ml de leche
  • 2 dientes de ajo
  • 4 ramitas de tomillo fresco
  • 100 g de queso gorgonzola
  • 2 cucharadas de zumo de limón
  • Sal
  • Pimienta negra de molinillo

    Pelar los ajos y aplastarlos con la hoja de un cuchillo. Ponerlos en una cazuela con la leche, la crème fraîche y 2 de las ramitas de tomillo. Salpimentar. Llevar a ebullición, apartar del fuego y dejar infusionar durante unos 20 minutos.
    Pelar los tupinambos e ir poniéndolos dentro de una cazuela que contenga agua fría y el zumo de limón para que no se oscurezcan.
    Precalentar el horno a 180º C, con calor de arriba-abajo.
    Cortar el queso en pequeños trozos. Escurrir los tupinambos, secarlos y cortarlos en rodajas finas de unos 3mm de grosor.
    Repartir las rodajas de tupinambo y los trocitos de queso sobre una fuente, apta para el horno, reservando un poco de queso para decorar.
    Verter la leche infusionada, previamente colada, sobre ellos. Repartir el queso reservado por encima y espolvorear con las hojas de las ramitas de tomillo restantes.
    Hornear durante unos 50 minutos, hasta que el queso se haya derretido y la superficie del conjunto esté bien dorada.
    Servir bien caliente.


        Fuente : Saveurs Magazine nº 250

viernes, 15 de noviembre de 2019

Bizcocho japonés de té matcha (Matcha kasutera)

    Ya tocaba receta dulce... y menuda receta rica que os traigo. Mira que yo, a lo del té matcha, no le había pillado el punto pero a este bizcocho le va al pelo, ¿será porque es un bizcocho japonés?😂😂

 
    Bromas aparte, cuando me enteré que Cocinando sabores había vuelto a proponernos un nuevo reto no me lo pensé dos veces  me lancé de cabeza, siendo ésta mi aportación para el reto #estosiqueesunbizcochojapones.


    Ya sabéis que me gusta saber el origen de cada receta que preparo así que me puse a investigar. Me sorprendió mucho que el de este bizcocho se situara en el reino de Castilla (Kasutera es la transcripción de Castella en japonés) Aunque claro, si nosotros nos trajimos patatas y tomates en aquella época no veo porque no pudimos exportar también algo nuestro. Y más cuando es algo taaaaan tan rico. Visto lo visto, mira tú que resulta que el bizcocho japonés no es japonés sino castellano. Aunque sigo pensando que el añadir matcha le va que ni pintado, jejjeje.
    El incluir té verde en su composición hace de este una de las distintas variantes que hay del original. (Fuente : Comer japonés)



    Ingredientes (para un molde de 15cm):
  • 2 huevos L
  • 40 g de azúcar
  • 25 ml de aceite
  • 35 ml de leche
  • 1/2 cucharadita de extracto de vainilla
  • 50 g de harina
  • 1,5 g de té matcha*
  • 1/8 de cucharadita de cremor tártaro
  • Azúcar glass para decorar
    *Yo usé un sobrecito del té matcha que venden en Mercadona


    El bizcocho está cocido al baño maría así que colocaremos un molde, donde nos quepa el molde donde pondremos la masa, sobre la rejilla a mitad de horno y verteremos en él agua hasta que haya un par de dedos de altura. Una vez hecho esto, precalentar el horno a 150ºC.
     Forrar el molde, donde coceremos el bizcocho, con papel de hornear. Os recomiendo que sea un molde NO desmontable, pero si no tenéis deberéis forrar bien la parte exterior con papel aluminio para que no le entre ni gota de agua.
    Tamizar la harina junto al té matcha. Este paso es importantísimo para que el bizcocho quede super esponjoso y sin ningún grumo.
    Y, ya, vamos a preparar la masa. Poner en un bol las yemas con 15 g de azúcar y remover hasta que estén integradas. Añadir el aceite, la leche y la vainilla y mezclar bien.
    Agregar la harina con el té de dos veces y remover bien hasta que la masa esté uniforme. Reservar.
    Poner en otro bol las claras con el cremor tártaro. Comenzar a montar con la varilla eléctrica a velocidad media y, cuando empiecen a espumar, ir echando poco a poco, en forma de lluvia, los 25g restantes de azúcar. Aumentar la velocidad al máximo y terminar de montar hasta obtener un merengue bien firme.
    Añadir 2 cucharadas a la masa anteriormente preparada y mezclar con movimientos envolventes, con ayuda de una espátula. Repetir hasta terminar con el merengue y la masa esté homogénea, lisa y sin grumos de merengue.
    Verter la masa, con cuidado, en el molde forrado, repartiéndola bien. Dar un golpe seco sobre la encimera para que se asiente y terminar de alisar la superficie con una espátula.
    Meter dentro del molde con agua que habíamos puesto en el horno y dejar cocer durante unos 50 minutos. Sin sacar del horno, comprobaremos que la superficie esté ligeramente dorada y, al pinchar con una aguja ésta deberá salir limpia. Apagar el horno, volver a cerrar la puerta y dejar reposar dentro 15 minutos. Esto hará que la superficie quede lisa y no se raje.
    Pasado el tiempo de reposo, sacar del horno, golpear un poco las paredes para que se despegue y desmoldar, retirando también el papel. Colocar sobre una rejilla para que se enfríe por completo.



    Cuando esté totalmente frío, espolvorear con azúcar glass. Si le queréis dar un toque distinto poner una plantilla con dibujos antes de espolvorearlo, eso es lo que yo hice y quedó bien chulo ¿o no?


    Venga, que está muy muy rico. Ya tengo un trocito cortado ¿os voy sirviendo?

 
    Y para acompañarlo que mejor que un buen té? Yo he elegido una variedad también japonesa : un té sencha ¿me acompañáis?



    Fuente : Adaptada de Tomillo y canela

martes, 5 de noviembre de 2019

Trucha con cremoso de nabos y rebozuelos {Cooking the Chef}

    Cuando las chicas de Cooking the Chef nos comunicaron que era Ana Ros la Chef elegida para este mes no me podía ni imaginar que esta mujer acabará inspirándome de la manera que lo ha hecho. Del resto de los Chefs Internacionales que hemos tenido hasta ahora había oído, por lo menos, hablar de ellos pero, esta mujer, no tenía ni idea de quién era ni, por lo tanto, de cómo era su cocina.
    Poco a poco he entrado en su filosofía, gracias en primer lugar por el maravilloso mapa conceptual que Natalia Cortés nos compartió, y más tarde viendo el Chef's Table dedicado a esta Chef en Neflix, que me han hecho comprender su espíritu y su tesón para sacar adelante un gran restaurante en un lugar, Kovarid (Eslovenia), donde no es tan fácil llegar a la cumbre mundial. 


    La cocina del Hisa Franco, el restaurante que regenta Ana Ros junto a su marido, está basada en los productos de proximidad y de temporada. Del azul hipnótico del río Soca salen las truchas que son su ingrediente fetiche, así que no me imaginaba preparando una cosa distinta y, de esta idea, es de donde ha surgido este plato que hoy os traigo.
    Vamos al lío...


    Ingredientes :
  • 4 lomos de trucha
  • 200 g de senderuelas
  • Varias ramitas de tomillo
  • Hojas de capuchina
  • Pétalos de flores y microbrotes
  • Sal
  • Pimienta blanca de molinillo
  • Aceite de oliva virgen extra
    Para el cremoso de nabos
  • 2 nabos pequeños o 1 grande (unos 125 g)
  • 1 pizca de sal
  • 30 ml de nata de cocinar
  • 1/2 cucharada de miel 
  • 1 ramita de romero con sus flores

    Lo primero que haremos será retirar bien todas las espinas que puedan tener la trucha y, después, prepararemos el cremoso de nabos. Para ello, pelar los nabos y trocearlos. Echar en una cazuela y salpimentar. Añadir la ramita de romero, a la que previamente habremos retirado las flores , y verter agua hasta que estén cubiertos. Cocer, a fuego bajo, hasta que estén muy tiernos. Escurrir el agua que quede.
    Añadir a los nabos escurridos 2/3 de la nata y triturar . Ir echando más nata hasta que tenga una textura cremosa pero no demasiado líquida. Agregar la miel y remover hasta integrar. Reservar en caliente.
    Limpiar con un cepillito las senderuelas. Poner a fuego medio una sartén con un chorrito de aceitede oliva. Cuando esté caliente, rehogar las setas. Bajar un poco el fuego, salpimentar, echar por encima las hojas de un par de ramitas de tomillo y dejar cocinar hasta que pierdan todo el agua.
    Mientras se hacen las setas pasar por una plancha, ligeramente aceitada, los lomos de trucha dejando que se cocinen un para de minutos por cada lado.
    Una vez terminadas de hacer todas las preparaciones sólo quedará montar el plato.
    Poner en un lado del plato un lomo de trucha, con la parte de la piel hacia abajo. Adornar por encima con pétalos de flores y microbrotes.
    En la otra mitad echar un par de cucharadas del cremoso de nabos. Distribuir por encima las senderuelas y espolvorear con las flores del romero.
    Terminar de decorar el plato con una ramita de tomillo y las hojas de capuchina.


    La verdad que tenía mis dudas con el cremosos de nabos pero la buena combinación que hace con la trucha y las senderuelas me ha dejado más que satisfecha... y a los míos también porque se lo han comido todos sin decir esta boca es mía, jejjeje.
    Y para seguir disfrutando de la cocina de esta Chef y/o de lo que ha inspirado al resto de los participantes aquí os dejo el recopilatorio del reto de este mes.