La primera que hice fué con ayuda de Dina, ahora había llegado la hora de ponerme Yo sola manos a la obra. De primeras elegí el peor día posible del verano para trabajar con fondant... menudo calor y menuda humedad que hacía, la tarta empezó a sudar y sudar tooodo el tiempo, ¡qué rabia!
Sin embargo al día siguiente empezó a hacer poniente ( ni una gota de humedad ambiental ) y las temperaturas tampoco han vuelto a subir tanto, vamos que el resto del mes está haciendo una climatología totalmente inusual... ideal para trabajar pero una verdadera condena para quién esté de vacaciones. Afortunadamente Yo estoy entre los del primer caso así que dentro de lo malo... pero, a lo que iba, el trocito de tarta que sobró estaba ideal, el fondant perfecto sin un mal brillo. Y digo yo... ¿ no podría haber empezado el tiempecito raro un día antes y haberme terminado de lucir con la tarta ?
De todas formas la carita de mi hijo al ver la tarta era todo un poema... hacía años (cumplió 12 ) que no le veía esa expresión de felicidad y sorpresa al recibir un regalo. Aún con los calores que pasé para hacerla y lo que sudaba la tartita dichosa mereció la pena.
Bueno, pasemos a la parte técnica, el bizcocho era un brownie de naranja, que era el que mi hijo me había pedido expresamente como tarta de cumpleaños ( la receta la saqué del blog de Carlos Valencia, pincha aquí ), relleno de nocilla. La forma del escudo la hice con las planchas de una tostadora del Barça que le regalaron al niño hace un par de años ya que era el tamaño ideal para los 18 cm de diámetro que tenía la tarta.
