Otro año que me ha pillado el toro y casi no me ha dado tiempo a proveerme de, las tan apreciadas por mí, naranjas sanguinas. Pero como él que la persigue la consigue he acabado por encontrar, después de muchas vueltas de buscar y rebuscar, un puestecito donde aún le quedaban y, por supuesto, se han venido conmigo a casa. Como no creo que aguanten ya mucho las siguientes entradas, incluida la de esta deliciosa mermelada, las llevarán en su preparación hasta que no me quede ninguna. Vamos, que les voy a sacar todo el jugo posible... y nunca mejor dicho, jejjeje.
Me he guiado por la receta que Virginia tiene en su maravilloso blog, Sweet & Sour, que si no lo conocéis ni os imagináis lo que os estáis perdiendo, donde hay dos maneras de prepararla. Yo he seguido los pasos de la aconsejada por ella. No sé como quedaría de la otra forma pero de ésta os aseguro que queda espectacular.
Ingredientes :
- 500 g de naranjas sanguinas, limpias de piel y pepitas
- 400 g de azúcar
- 1 limón
Lavar muy muy bien las naranjas y el limón y sacar tres tiras de piel de cada uno, procurando que no quede nada de la parte blanca ya que si no amargaría. Cortar en juliana las tiras y reservar. Exprimir el limón y reservar.
Pelar las naranjas a piel sobre un plato, de esta manera recogeremos el zumo que vayan soltando y no se perderá ni un poco. Retirar las pepitas, sacar los gajos y apretar con la mano las pieles que nos queden para terminar de sacar el zumo. Poner las pepitas tanto de las naranjas como del limón, si las tuviera, dentro de una gasa, anudarla con un hilo de cocina y reservar.
Poner los gajos en una cazuela. Agregar el azúcar, los zumos y la juliana de las pieles y remover. Introducir la gasa con las pepitas y llevar al fuego, removiendo, hasta que comience a hervir. Dejar cocer durante un par de minutos, retirar del fuego y verter en un bol. Cubrir con papel de horno y, cuando se atempere, dejar reposar en la nevera toda la noche. Repetir el proceso de cocción al día siguiente y volver a dejar reposar toda la noche. Al tercer día, volver a poner en la cazuela, llevar a ebullición y dejar cocer a fuego alto durante unos 10 minutos, sin parar de remover. Retirar entonces la gasa con las pepitas.
Verter la mermelada en tarros esterilizados, tapar y poner boca abajo hasta que estén completamente fríos. Para comprobar que se haya hecho el vacío apretar el centro de la tapa y ver que ésta no se hunde. Conservar en la nevera.
Como podéis comprobar en las fotos las naranjas sanguinas que utilicé no tenían mucha sangre que digamos y la mermelada no cogió el bonito tono rojo que esperaba pero bueno, el acidito caracteriza a esta variedad sí que estaba presente y la mermelada quedó rica a rabiar.