Una de las cosas que te traen estas fechas a la cabeza son los recuerdos entrañables de navidades pasadas, no hace falta ser Ebenezer Scrooge para que tu mente las reviva, y una de esas imágenes me acercan a esas tierras, donde el Olentzero es el encargado de traer los regalos a sus gentes. Es por eso que mi entrada de hoy está inspirada en uno de sus postres más tradicionales : membrillo, queso y nueces.
La elección de este día para la publicación del mismo no la he decidido al azar. Hoy, día de Santo Tomás, marca el inicio de la Navidad en Euskadi. Mis recuerdos me acercan a la plaza de uno de sus pueblos, lleno de puestos de carácter marcadamente agrícola y ganadero, donde huele a queso, a sidra y a talos con txistorra, y una cerda viva descansa en una esquina para, al final de la mañana, ser rifada entre los que hayan querido participar en el sorteo.
En principio pensé en que mi entrada fuera de talos con txistorra pero luego decidí que esa la reservaría para otra ocasión... puede ser que para el día de San Sebastian.
Ingredientes :
Para 6 blondies individuales
- 90 g de chocolate blanco de cobertura
- 60 g de mantequilla
- 1 pizca de sal
- 60 g de azúcar fina de repostería
- 1 huevo L
- 47 g de harina tamizada
- 40 g de dulce de membrillo
- 100 ml de nata
- 100 ml de leche
- 50 g de azúcar
- 1 cucharada de glucosa líquida
- 50 g de queso Idiazabal
- 1 yemas de huevo L
- 1 clara de huevo L
- ~37 g de azúcar*
- ~37 g de mantequilla, a temperatura ambiente*
- ~37 g de harina*
- 20 g de nueces peladas
Para la crema de membrillo
- 40 g de dulce de membrillo
- 20 ml de agua fría
- Taquitos de queso Idiazabal
- Medias nueces peladas
- Unas cuantas hojas de chocolate negro
Comenzamos preparando el helado para que pueda coger la suficiente consistencia.
Limpiar, retirar la corteza del queso, que utilizaremos para aromatizar la leche, y rallar el resto. Reservar.
Poner a calentar, en un cazo, la leche y la nata junto a la corteza. Añadir la glucosa, remover, y llevar a ebullición. Apartar del fuego y dejar templar.
Batir la yema con el azúcar hasta que blanquee. Verter la mezcla de leche y nata, que deberá estar templada, sobre ella y remover hasta que esté integrado por completo y la mezcla esté homogénea.
Cocer, al baño maría, removiendo constantemente, durante unos minutos y agregar el queso rallado, dejando cocer hasta que esté fundido y, sin parar de remover, hasta que coja una consistencia de crema ligera. No debemos dejar hervir la crema, procurando que no supere los 85ºC.
Retirar del fuego, colar para retirar la corteza y la crema quede bien fina, cubrir a piel con un plástico y dejar enfriar. Cuando esté tibia, meter en la nevera y, cuando esté bien fría llevar al congelador. Pasadas unas 3 horas triturar, para deshacer los posibles cristales de hielo que se hayan formado, y volver a meter al congelador. Repetir un par de veces más, si hiciera falta, aunque la mezcla es tan cremosa desde el principio que el mío, con una sola vez, ya tenía la consistencia perfecta.
Conservar en el congelador hasta su consumo.
Para la crema de membrillo solo tendremos que batirlo, cortado en trocitos pequeños, en un poquitín de agua fría, hasta que esté cremoso. Meter en un biberón de cocina y reservar.
Para las tejas de nuez, precalentar el horno a 170ºC, con calor de arriba-abajo. Picar finas las nueces y reservar.
Montar la clara a punto de nieve con el azúcar. Mezclar la mantequilla ablandada con la harina e incorporar la clara montada, poco a poco, con movimientos envolventes para que no pierda demasiado aire, justo hasta que la mezcla esté uniforme.
Poner cucharadas en una bandeja de horno, cubierta con papel, y extender, con el dorso de la cuchara, hasta tener un círculo lo más fino posible y de un grosor uniforme. Espolvorear las nueces picadas por encima, apretando ligeramente para que se queden pegadas.
Hornear de 8-12 minutos, hasta que los bordes comiencen a dorarse. Sacar la placa con cuidado e ir dejando cada galleta sobre una botella o un rodillo para que tomen la forma de teja. Yo aproveché el molde de cocer baguettes vuelto del revés... de algo tiene que servir que tenga tantos trastos, jejjeje.
Una vez frías guardar en una lata hermética para que no se ablanden y pierdan la forma y el crujiente.
Y ya nos ponemos con los blondies. Subir la temperatura del horno a 180ºC. Cortar en cuadraditos pequeños el dulce de membrillo.
Fundir la mantequilla junto al chocolate en el microondas teniendo cuidado de que no se queme. Es preferible poner varios tiempos cortos que arriesgarse.
Remover bien, añadir el huevo y seguir batiendo, al principio parece que se corta pero al cabo de un poco ya veréis como se pone cremosa la mezcla, batir hasta integrar.
Agregar el azúcar y, cuando esté integrado, añadir la harina junto a la sal. Echar la mitad de los taquitos de membrillo en la crema y moverlos ligeramente procurando que no se rompan.
Untar los moldes con mantequilla, aunque si son de silicona no será necesario, y repartir la mezcla entre ellos. Terminar de distribuir el resto del membrillo por encima.
Hornear aproximadamente 25 minutos. Sacar del horno y dejar enfriar ligeramente antes de desmoldar, si los moldes son de silicona deberéis dejarlos enfriar por completo para que no se rompan. Terminar de enfriar sobre una rejilla.
Aligerar un par de cucharadas de la salsa de membrillo en algo más de agua hasta que quede un sirope.
Para montar los platos, poner un blondie en el medio y regar con el sirope. Colocar una bola de helado en uno de sus costados y rodearlos con puntos de crema de membrillo alternados con tacos de queso y medias nueces. Acompañar cada plato con una teja y terminar de adornar con una hoja de chocolate.
Sí, ya sé que es laborioso de preparar pero el resultado final bien merece la pena y, además, quería que fuese un homenaje por todo lo alto... y creo que lo he conseguido ¿a vosotros que os parece?
Fuente : Per sucar-hi pa (helado) y Con pan (tejas y crema de membrillo)
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