Son super fáciles de hacer, de hecho, yo no he usado ninguna máquina para preparar la masa. y son ideales para pasar una tarde jugando en familia.
Tradicionalmente están rellenas de mermelada de fresa o frambuesa, que es como yo os las traigo, pero podéis jugar perfectamente cambiando el relleno : chocolate, crema de speculoos, dulce de leche. Vamos lo que os apetezca en ese momento... imaginación al poder.
Ingredientes :
- 120 g de almendra molida
- 180 g de harina
- 70 g de azúcar glass
- 120 g de mantequilla, a temperatura ambiente
- 38 g de huevo batido
- 4 g de azúcar avainillado
- 1/2 cucharadita de levadura química
- 1 pizca de sal
- 40-50 g de mermelada de fresa
- Azúcar glass para espolvorear
Poner todos los ingredientes en un bol y amasar hasta que la masa esté uniforme. Hacer una bola y envolverla en film plástico. Meter a la nevera y dejar reposar por lo menos un par de horas.
Pasado este tiempo estirarla con un rodillo entre dos papeles de horno hasta dejarla con un grosor uniforme de 0,6cm.
Cortar las galletas con el cortador elegido e ir depositándolas en una bandeja de horno forrada con papel. A la mitad de ellas, con ayuda de un cortador más pequeño, cortarles el centro. Juntar los recortes, volver a estirar con el rodillo y cortar más galletas hasta terminar con toda la masa.Yo, en esta ocasión, he elegido un cortador de flor para la forma de las galletas y uno pequeñito de un reno saltando para los cortes centrales... más navideñas no pueden ser, jejjeje. Volver a meter a la nevera durante media hora para que no se deformen al hornear.
Precalentar el horno a 160ºC, con calor de arriba-abajo.
Hornear, a media altura, durante unos 15 minutos. Cuando falten 5 minutos, en las galletas no cortadas en el centro, aplastar un poquito el centro con el dorso de un cucharilla y rellenar con una punta de mermelada. Los bordes de las galletas deberán estar ligeramente
Sacar, dejar enfriar unos minutos en la bandeja, ya que estarán bastante tiernas, y espolvorear las galletas que harán de tapa, las cortadas en el medio, con azúcar glass.
Cubrir las galletas base con las tapas haciendo coincidir las formas exteriores de ambas.
Pasarlas a una rejilla para que se terminen de enfriar.
Una vez que se terminen de enfriar veréis que se han endurecido ligeramente, dándoles una textura crujiente.
No sé los días que pueden aguantar en perfecto estado porque fue acabar con la sesión de fotos y... aaaale, dale que te pego a comer una tras otra. Vamos, que no dejaron ni las migas.
Y, aunque diga mi hija que más parecen liebres, os aseguro que son renos, jejjeje.
Fuente : Kanela y Limón
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