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sábado, 29 de junio de 2019

Sopa fría de rabanitos

    No es nada raro el que en verano haga calor pero es que parece que de repente se haya dado cuenta de las fechas en las que estábamos y se ha decidido a entrar con todo su esplendor. Hace tan sólo una semana que comenzó la estación y ya se nos ha echado encima la primera ola de calor.
    Como se suele decir: a grandes males, grandes remedios y creo que realmente uno de los mejores para combatir las altas temperaturas es atiborrarse de gazpachos y/o sopas frías recién salidos de la nevera. Por mi parte, es llegar los rigores veraniegos y comenzar a meter una jarra en un huequecito que reservo en la ella para este fin.


    Gazpachos y salmorejos, en estas fechas, me los tomaría yo por litros pero, ¿qué pasa cuando tienes a alguien en la casa al que no le gusta el tomate crudo? Pues no queda otra que buscar algún tipo de preparado que, de igual forma, logré apaciguar los calores y que sea tanto, o más si cabe, sabroso y nutritivo. Es por eso que, aquí, os traigo esta sopa, riquísima y diferente.


     Lo bueno que tiene investigar en la cocina de otros países es que puedes llegar a descubrir como preparar los productos de maneras distintas, que ni se te habrían pasado por la cabeza. Este es el caso de los rábanos y la cocina francesa, los franceses los cocinan para servirlos como la estrella de un plato, y no solo de guarnición o en ensaladas como yo los utilizaba.
    Pero vamos al lío que sino no llegará a enfriarse lo suficiente para poder tomarla hoy.
    Ingredientes :
  • 2 manojos hermosos de rabanitos (unos 500 g sin las hojas)
  • 200 g de patatas
  • 1 cebolleta
  • 200 ml de agua bien fría
  • 1 cucharada de crème fraîche 
  • 1 cucharada de mantequilla
  • Sal
  • Pimienta blanca de molinillo recién molida

    Cocer las patatas, bien limpias, en abundante agua salada hasta que estén bien tiernas. Escurrir, dejar que se templen un poco y pelar. Lavar bien los rábanos, escurrir y secar, reservando uno o dos para decorar.
    Pelar la cebolleta, reservando algo de la parte verde para decorar. Cortar la parte blanca en trozos no muy pequeños.
    Poner a fuego medio una sartén. Echar la mantequilla y, cuando esté fundida, los rábanos y la cebolleta picada. Salar y rehogar todo, durante unos 3 minutos, removiendo constantemente para que no se doren en exceso.
    Volcar en un bol. Añadir las patatas cocidas, cortadas en trozos, el agua fría y la cucharada de crème fraîche. Triturar y rectificar de sal si fuera necesario. Agregar agua fría hasta conseguir la textura final que más os guste. Dejar enfriar, tapada, en la nevera.
    Mientras ésta reposa, cortar los rabanitos reservados en juliana o en rodajas bien finas, echándolos en un bol con agua helada para que se conserven bien crujientes. Picar el verde reservado de la cebolleta en rodajitas finas.


    Repartir la sopa en los platos y adornar con alguna rodajita de los rábanos, el verde de la cebolleta picado y un poco de pimienta blanca espolvoreada por encima.


    Como podéis apreciar estaba bien cremosa ya que no añadí más que la cantidad de agua que pongo en los ingredientes. Casi más que una sopa tenía la textura de una mousse, ñam ñam.

    Fuente : Regal

lunes, 24 de junio de 2019

Coca de San Juan de cerezas y albaricoques

    Ya sé que voy con retraso, que fue la pasada noche la de San Juan, donde la tradición manda ir a la playa, comer un trozo de coca al calor de las hogueras y meter los pies en el mar. En este rito pagano del hemisferio norte, evangelizado por la iglesia y trasladado a la fecha en la que según la Biblia nació el bautista, se celebra el solsticio de verano que fue el pasado 21. La tradición pagana marcaba que, para ayudar al sol a pasar el trance de su menor permanencia en los cielos, para darle más fuerza, había que encender hogueras para animarle, para prolongar la luz. (Fuente: El país)
    Hace tiempo que yo no acudo a la playa en esa noche, será que me estoy volviendo una vieja gruñona, pero cada vez me pone más de los nervios ver como la playa se va llenando de porquería. Hay que ver lo gorrinos que podemos llegar a ser los humanos... Pero bueno, dejando ese tema aparte, lo que no perdono es comer la tradicional coca.


    Tenía pensado que esta coca, que tenía claro que era la elegida para hornear este año, saliera publicada hace unos días, ilusa de mí. Sé que me voy a repetir diciendo que no me da la vida para más pero, aunque tarde para prepararla para este año, no dejéis de guardaros la idea para años venideros porque está de muerte... como todo lo que sale de las manos de la dulce Eva.
    Pero no sólo ha salido esa coca de mi horno, porque no hay nada como preguntar a mi gente si la querían con alguna cosita más, sino que me ha tocado hacer algunas variaciones con la misma base.
    La primera, que ocupaba toda la bandeja del horno, tenía nombre y apellidos: era para la playa para Sergio y sus amigos, que le vamos a hacer si soy una madre consentidora, jejjeje. Pero claro, ¿cómo nos íbamos a quedar en casa sin coca? Eso sí que no. De sobra sé que Sonia la quería con crema pero sin almendra, yo me resistía a no tener una coca con algo de fruto seco y Arturo la prefería sin crema, por lo que dividí en dos la masa que me quedaba y horneé estas otras dos, ambas deliciosas.


    Ingredientes :
    Para el prefermento
  • 165 g de harina de fuerza
  • 110 g de agua
  • 20 g de levadura fresca de panadero
    Para la masa
  • 335 g de harina de fuerza
  • 100 g de agua
  • 2 huevos L (113 g)
  • 75 g de azúcar
  • 75 g de mantequilla
  • 10 g de sal
  • Ralladura de una naranja
    Para decorar
  • 1 huevo batido + 1 pizca de sal
  • 375 ml de crema pastelera* 
  • 5 albaricoques
  • 20 cerezas 
  • Almendra laminada y piñones
    *La crema pastelera deberá estar fría así que deberéis prepararla con antelación o, mucho mejor, la noche anterior. Yo utilicé un preparado del Aldi que, si es para cocerla, no está mal del todo... es lo que tienen las prisas. Meterla en una manga con o sin boquilla, como más os guste, y reservar en la nevera.


    Preparar el prefermento. Templar un poco el agua y deshacer en ella la levadura. Poner en un bol y añadir la harina. Remover bien, cuando esté homogéneo, tapar y dejar que leve hasta que triplique su tamaño.
    Una vez que lo haya hecho poner, en el bol de la amasadora, el agua y los huevos ligeramente batidos. Ir añadiendo el prefermento, cortándolo en trocitos. Empezar a trabajar con el gancho a velocidad baja hasta que comience a integrarse. Agregar la harina a cucharadas y después la sal, el azúcar y la ralladura de naranja, todo esto sin parar la máquina.
    Cuando esté homogéneo subir a velocidad media y comenzar a trabajar combinando con reposos. Cada 5 minutos de amasado  dejar 10 de reposo, tapado para que no se reseque. Cuando la masa esté lisa, bajar la velocidad y empezar a añadir la mantequilla poco a poco. En cuanto la masa la haya absorbido por completo, subir de nuevo a velocidad media y amasar hasta que se despegue de las paredes de la amasadora y esté lisa, brillante y muy elástica.
    Pasar a un bol, ligeramente engrasado, tapar y dejar levar hasta que doble.
    Lavar y secar los albaricoques y la cerezas. Deshuesar las frutas y partir los albaricoques en cuartos. Reservar.
    Volcar sobre una superficie enharinada y dividir en dos con una rasqueta. Dejar una de las partes tapada mientras trabajamos la otra. Extender un poco con los dedos y dejar reposar 15 minutos para que se relaje.
    Estirar con ayuda de un rodillo, levemente enharinado para que no se pegue, hasta que tenga un grosor de unos 5mm. Colocar sobre una bandeja de horno, cubierta con papel, tapar y dejar que duplique su volumen. Con esta cantidad de masa ocupará casi la bandeja por completo. Cuando esta parte esté a mitad de levado, comenzaremos a trabajar la que teníamos reservada siguiendo el mismo proceso hasta el levado. Como ya os dije, yo esta parte la dividí a su vez en dos.
    Precalentar el horno a 200ºC, con calor de arriba-abajo.
    Cuando haya doblado pincelar con el huevo batido. Decorar con 2/3 de la crema, los cuartos de 2 albaricoques y medio y la mitad de las cerezas. Repartir las láminas de almendra por encima y hornear, a media altura, durante 5 minutos. Bajar la temperatura a 180ºC y dejar cocer 20 minutos más. Retirar del horno y dejar enfriar sobre una rejilla.


    Volver a subir el horno a 200ºC y, mientras llega a la temperatura, pincelaremos con huevo y decoraremos las otras cocas repartiendo entre ella el resto de los cuartos de albaricoque y la cerezas. Una con el resto de la crema, pero sin almendra.


   Y la otra sin crema, pero con un puñadito de piñones por encima. Hornear y dejar enfriar de igual forma ambas.


    Sólo con ver la miga lo dice todo ¿o no? Espero que hayáis pasado una buena noche y que todos los deseos que hayáis pedido se cumplan 😄😉

    Fuente : Bake Street (Adaptada)

sábado, 15 de junio de 2019

Vasitos de chocolate y avellana

    Hoy me he levantado con ganas de deleitarme con algo dulce, debe ser que se me ha hecho muy pesada la semana, así que, ¿que os parece si comenzamos el sábado con un poco de alegría? Algo que nos haga coger la energía suficiente para aprovechar el finde a tope y, sobre todo, ponernos de muy buen humor... y no sólo porque sean días de descanso.


    Mis hijos no son muy dados a comer dulces industriales por ahí, no hay como acostumbrarles a comer cosas ricas caseras. Pero, si tienen que elegir algún pecadillo, no dudan en pedir un kinder bueno. La combinación chocolate-avellana siempre triunfa, así que ¿por qué no prepararles algo parecido? Y digo parecido porque estos vasitos superan en sabor a esas barritas por goleada.
    Vamos a ello entonces


    Ingredientes :
    Para el bizcocho
  • 80 g de leche
  • 75 g de chocolate con leche de cobertura, troceado
  • 70 g de aceite de girasol
  • 2 huevos
  • 90 g de azúcar
  • 75 g de harina bizcochona
  • 25 g de avellana molida
  • 1 pizca de sal
    Para el almíbar
  • 60 g de azúcar
  • 50 g de agua
  • 1 cucharada de licor de avellana (lo usé sin alcohol)
    Para la crema de avellanas
  • 50 g de avellanas tostadas
  • 50 g de agua
  • 1/4 de cucharadita de glucosa
  • 1/2 cucharadita de agua
  • 100 g de nata para montar
  • 100 g de queso crema
  • 50 g de azúcar glass
    Además
  • Fideos de chocolate
  • Cucharitas de chocolate con leche


    Lo primero prepararemos el bizcocho para que se enfríe. Lo ideal sería hornearlo el día anterior y guardarlo en la nevera envuelto en plástico, una vez se haya enfriado por completo, para que esté bien asentada la miga.
    Calentar la leche en un cazo y, justo antes de que rompa a hervir, retirarlo y añadir el chocolate troceado. Remover hasta que esté derretido por completo y dejar templar.
    Precalentar el horno a 180ºC, con calor de arriba-abajo.
    Batir los huevos junto con el azúcar hasta que blanqueen y casi doble su volumen. Verter el aceite e integrar. Agregar la harina tamizada, la avellana molida y la pizca de sal y remover. Por último, añadir la leche con chocolate, que deberá estar tibia, y mezclar hasta que la masa esté uniforme. Volcar en un molde, previamente engrasado y hornear unos 25 minutos o hasta que al pinchar con una brocheta esta salga seca. Dejar reposar sobre una rejilla 10 minutos, desmoldar y terminar de enfriar sobre la rejilla.
    Hacer el almíbar poniendo en un cazo el azúcar  el agua y dejarlo hervir hasta que alcance los 108ºC. Retirarlo del fuego, añadir el licor, remover y dejar enfriar por completo.
    Para preparar la crema primero haremos un praliné. Poner en un cazo el azúcar, el agua y la glucosa y llevarlo al fuego hasta que consigamos un caramelo dorado. Echar las avellanas, remover para que se mezcle bien y volcar sobre un papel de horno. Extender con el dorso de una cuchara y dejar enfriar un poco. Romper en trozos y triturar hasta que tenga una textura de crema. Yo lo trituré con la thermomix 10 seg en turbo. Luego 2 minutos, vel 4. Bajé los restos de las paredes hacia las cuchillas y lo dejé de nuevo otros 2 min, vel.4. Conservar en un tarro en la nevera.
    Batir la nata, cuando esté semi montada agregar el azúcar y la crema de queso y seguir batiendo hasta que esté muy cremoso. Añadir 2 cucharadas del praliné de avellanas y caramelo e integrar con movimientos envolventes para que no se baje la mezcla. Meter en una manga con boquilla de estrella y reservar refrigerado para que coja consistencia.


    Una vez frías todas las preparaciones tan solo quedará montar los vasitos.
    Cortar círculos del mismo tamaño que la base del vasito  con un cortador de galletas y poner en la base uno de los círculos cortados. Calar con el almíbar, con ayuda de una brocha de repostería, y hacer un buen rosetón con la crema de avellanas. Espolvorear con los fideos de chocolate y refrigerar por lo menos media hora antes de llevarlo a la mesa.


    Servir cada vasito acompañado de una cucharilla de chocolate y preparaos para disfrutar de su delicioso sabor. Es casi como si comieras un kinder bueno pero en casero.


     Esta puede ser una buena manera también de utilizar restos de bizcocho o magdalenas que se hayan quedado un poco secos, convirtiéndolos en un postre delicioso. Una fantástica receta que puede ser de aprovechamiento.

domingo, 9 de junio de 2019

Ñoquis de sémola a la romana (Gnocchi di semolino alla romana)

    "En Roma, los gnocchi, se comen los jueves"
    Aunque este es un plato simple es, probablemente para mí, uno de los más ricos de la gastronomía italiana...y mirar que los hay deliciosos.
    Parece ser que provienen de la región del Lazio, aunque algunos afirman que sus orígenes son piamonteses. Vengan de donde vengan lo cierto es que están absolutamente deliciosos.


    Ya sé que hoy ni es jueves ni es día 29, día en el que tradicionalmente se comen ñoquis en la mitad sur de América, pero me ha parecido una excelente aportación para presentar al reto CocinArte.
    Este mes lo dedicamos a repescar las obras que nos hayan faltado por hacer durante este año (aquí tenéis el recopilatorio con todas las participaciones) Yo he elegido para la ocasión el Panteón de Agripa. Así que, nos marchamos de viaje y, ya puestos, ¿por qué no degustar también el plato romano por excelencia? Pero, antes de meternos en harina, vamos a conocer un poquito más sobre este espectacular monumento que, aún hoy en día, sigue teniendo la cúpula de hormigón sin armar más grande del mundo... asombrosa la arquitectura de la Antigua Roma.



    El Emperador Adriano encargó construir este templo a Apolodoro de Damasco, famoso arquitecto del s.I, sobre los cimientos del que había mandado construir Marco Agripa, durante el gobierno de Augusto, en el año 27 a.C, y que fuera arrasado por el fuego en el 80 d.C.
    Es uno de los edificios de la Antigua Roma mejor conservados, ya que ha tenido un uso continuado a través de su historia. Desde el s.VII ha sido utilizado como iglesia denominándose, hoy en día,  Basílica de Santa María y los Mártires, aunque es vulgarmente conocida como Santa María Rotonda. (Fuentes: Wikipedia y Artehistoria)
    En la Antigua Roma, la sociedad comía lo que la tierra les proporcionaba: cereales, legumbres, hortalizas y también leche o huevos. Aunque, cuando los recursos escaseaban, básicamente se alimentaban de trigo, siendo el puls el alimento básico casi durante 300 años. Esta especie de gachas se preparaba con trigo molido, agua, sal y grasa aunque las clases más ricas las comían con huevos, queso y miel y, en ocasiones, con carne y pescado.
(Fuente: Artehistoria)


    Viendo los ingredientes del puls de las clases ricas se puede apreciar que casi se corresponden con los que se utilizan para preparar estos ñoquis, o gnocchi como los romanos les denominan, pero preparados de una manera un tanto distinta en cuanto a textura, forma y manera de cocinarlos.
    Pero vamos al lío.
    Ingredientes :
  • 125 g de sémola de trigo duro fina
  • 80 g de mantequilla + un poco para engrasar
  • 500 ml de leche (yo puse semi)
  • 1 yema de huevo
  • 25 g de parmesano rallado
  • 25 g de pecorino romano rallado
  • 10-15 hojas de salvia fresca
  • Nuez moscada recién rallada
    Calentar en una cazuela, a fuego medio, la leche con 25 g de la mantequilla y 3 pizcas de nuez moscada. Cuando la mantequilla se haya fundido, bajar el fuego, añadir la sémola y, sin dejar de remover, cocer de 8 a 10 minutos. Apartar del fuego y agregar el parmesano removiendo hasta que esté integrado. Dejar enfriar un poco, añadir la yema de huevo y mezclar hasta que la masa esté uniforme.
    Verter sobre una bandeja cubierta con papel de horno humedecido y extender, hasta que tenga un grosor uniforme de aproximadamente 1cm, con ayuda de las palmas de las manos ligeramente mojadas. Dejar enfriar mientras se precalienta el horno a 200ºC, con calor de arriba-abajo.
    Fundir el resto de la mantequilla y añadir 4 ó 5 hojas de salvia troceadas. Reservar en caliente.


    Cortar discos de 5 ó 6 cm de diámetro, con ayuda de un cortador, e ir colocándolos en una fuente de horno, ligeramente engrasada con un poco de mantequilla, superponiéndose unos con otros.
    Pincelar los discos con la mantequilla con salvia preparada anteriormente hasta que acabemos con ella. Repartir el resto de las hojas de salvia por encima y espolvorear con el pecorino rallado.
    Meter a mitad de horno, dejar cocer durante 15 minutos y luego gratinar bajo el grill unos minutos más, hasta que la superficie se vea dorada.


    Se puede comer tanto caliente como templado y acompañado de una salsa de tomate o de una de carne. Yo, como podéis ver en la fotos, he elegido una de tomate casera aromatizada con un poco más de salvia... Bocatto di cardinale!!!

    
    Fuente : Saveurs Magazine

miércoles, 5 de junio de 2019

Carmelitas, el pintxo de Robin Food {Reto Cooking the Chef}

    Comienza junio y, poco a poco, va llegando el calor. Ya teníamos ganas de aparcar los abrigos y las botas, sacar la ropa más ligera, poder disfrutar del buen tiempo y que el frío sólo esté presente en los helados o en una cerveza helada sentados en una terracita.
    Y, claro, si nos vamos a tomar una caña, no nos la vamos a tomar a palo seco así que, que mejor que acompañarla de un pintxo al más puro estilo de Euskadi. Venga, que nos vamos de "potes". Y que vengan estos acompañados de unas ricas carmelitas.


    Este mes en Cooking the Chef tenemos como Chef protagonista, nada más y nada menos que, a David de Jorge, también conocido como RobinFood. Hace muchísimo tiempo que sigo a este hombre. De hecho, el gusanillo de comenzar a  preparar mi propio pan me la despertaron él e Ibán Yarza viendo sus programas.
    Mi mano ya me va dejando ir haciendo cositas en la cocina, aunque todavía no estoy para echar cohetes. Aún así, esta vez me he decidido por algo muy muy sencillo pero que está extremadamente rico. Aquí os dejo el recopilatorio para ver las maravillas que han preparado mis compañeros de reto.


    Ingredientes (para 12 unidades) :
  • 12 rebanadas de pan de 2 cm de grosor
  • 1 cabeza de ajos
  • 24 anchoas en aceite
  • 3 huevos L
  • 12 gambas frescas
  • Aceite de oliva 
  • Mahonesa
  • 12 aceitunas sin hueso

    Cocer los huevos, que deberán estar a temperatura ambiente, en abundante agua salada durante 10 minutos, desde que comience a hervir. Refrescar con agua fría y pelar. Reservar.
    Cocer las gambas, en abundante agua salada, durante unos tres minutos. Escurrir, dejar enfriar un poco antes de pelarlas y reservar.
    Confitar los ajos pelados en el aceite. Retirar los ajos y freír en ese aceite las rebanadas de pan hasta que estén doradas por ambas partes. Sacar y poner sobre papel de cocina para retirar el exceso de grasa. Cortar cada huevo, a lo ancho, en 4 partes y reservar. Escurrir las anchoas de su aceite.
    Colocar las rebanadas de pan frito sobre el plato de servir. Sobre cada rebanada poner un par de anchoas escurridas, una de las rodajas de huevo y una gamba encima. Echar media cucharadita de mahonesa y coronar con una aceituna.


    Cuando David, en su perfil de IG, sacó una foto de esta delicia (aunque sin aceituna, esta ha sido mi aportación personal 😉) tuve claro que esto era lo que iba a preparar para el reto de este mes. Él las define como "un timbre de gloria para los adictos al huevo cocido". En esto estoy totalmente de acuerdo con él, aunque me parece excesivo el decir que "lo pediría como última voluntad si me dieran el garrote vil y me concedieran un último deseo" 😂😂