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viernes, 3 de abril de 2020

Brioche de mascarpone

    Después de tantos días de confinamiento tengo un montón de recetas hechas que piden paso para poder ser publicadas. Mi intención es ir dosificándolas para tener material preparado para bastantes entradas porque, cuando todo esto acabe, no va a haber nadie que me haga quedarme en casa más del tiempo necesario para comer y dormir. Pienso salir a pasear, a tocar la arena con los dedos de los pies y dejar que las olas me acaricien, a respirar esa brisa marina que tanto echo de menos, a disfrutar de mi familia y amigos hasta decir basta... vamos, como creo que hará la mayoria de vosotros ¿o no?
    De momento os traigo este brioche que preparé hace poco más de un mes, hay que ver como pasa de rápido el tiempo cuando una se mantiene ocupada, y prometí que subiría la entrada enseguida... ilusa de mí.
    Y es que, no me puedo resistir a un reto y fue decir #retobriochero y pensar "este lo tengo que hacer yo", jajjaja. Lo difícil era poder decidir cual de todos los que se prepararon iba a ser el elegido por mí, no me quedó otra que echarlo al pito pito, siendo éste que os traigo el elegido... por ahora, que los demás me los guardo para preparar todos y cada uno de ellos más adelante porque, a ver, ¿quién se puede resistir a un desayuno con un trozo de una de estas maravillas? Yo, desde luego, que no.
    Pero vamos al lío.


    Ingredientes :
  • 520 g de harina de fuerza
  • 80 g de azúcar
  • 1 huevo L batido
  • 250 g de mascarpone
  • 120 ml de leche templada
  • 12 g de levadura fresca de panadería
  • 5 g de sal
  • Almendras crudas laminadas
  • Azúcar glass

    Desleír la levadura en la leche templada. Echar en un bol junto al mascarpone, el azúcar y unos 45g de huevo, reservando el resto para pincelar más tarde. Batir y, cuando la mezcla esté homogénea, añadir la harina y la sal. Empezar a trabajar hasta que esté uniforme. Volcar en la superficie de trabajo, ligeramente enharinada, y amasar para conseguir una textura lisa y elástica, que no se pegue a los dedos.
    Bolear y dejar reposar, dentro de un bol ligeramente aceitado, tapada con plástico de cocina y un paño encima, hasta que doble su volumen.
    Engrasar un molde de 24 cm de diámetro y reservar, dado la vuelta sobre papel de cocina, para retirar el exceso de grasa.
    Volcar la masa, en una superficie ligeramente enharinada, y desgasificar, aplastando con los dedos.
    Estirar, plegar sobre ella misma y volver a estirar. Repetir el proceso 3 veces más. Dividir la masa en 10 partes iguales, bolear cada una de ellas e ir depositando cada bolita en el molde preparado, sin apretarlas demasiado. Tapar de nuevo con plástico de cocina y dejar levar hasta que duplique su volumen.
    Cuando la masa casi haya doblado comenzaremos a precalentar el horno a 190ºC, con calor de arriba-abajo.
    Pincelar suavemente, la superficie de la masa, con el huevo batido reservado, teniendo cuidado de no pincharla. Espolvorear generosamente con las almendras laminadas y hornear durante unos 30 minutos. El brioche deberá estar bien doradito.


    Sacar y dejar reposar sobre una rejilla y, cuando haya bajado un poco su temperatura, desmoldar. Esto evitará que se humedezca. Volver a colocar sobre la rejilla, dejando que se termine de enfriar.
    Espolvorear bien de azúcar glass.


        Teniendo en cuenta que la receta viene de Inés, y más tarde versionada por Rocío, estaba claro que iba a ser de 10. Pero, si a esto le sumas los consejos de Belén, a buen seguro que tenía que salir un brioche más que espectacular... para tocar el cielo con la punta de los dedos. Palabrita de la buena.


    Y a vosotros ¿qué os parece? A mis hijos les debió parecer que sí porque no le dejaron ni respirar. Templado y todo que se lo comieron, jejjejje.

1 comentario:

Débora de Lucas dijo...

Vivi que buena pinta tiene tu brioche ¡¡¡ es alucinante guapa ..besotes