No sé si a vosotros os pasa pero en mi casa aún queda coleando algo menos de media tableta de turrón blando, del de Xixona, que es justo lo que vamos a utilizar para esta receta. Vamos a darle una vuelta de tuerca al dulce, no vamos a preparar galletas ni el típico bizcocho sino que esta vez vamos a elaborar una exquisited que a buen seguro os alegra la merienda o el desayuno de estos fríos días de enero que podemos estar llevando cuesta arriba.
Tan cuesta arriba se me están haciendo a mí que, como podéis ver en las fotos, aún no he tenido ni tiempo ni ánimo de recoger los adornos navideños. Pero vamos al lío, a ver si con un buen trozo de esta maravilla me animo y me pongo a ello, jejjeje.
Ingredientes :
- 300 ml de claras de huevo (1 bote de 9 claras pasteurizadas)
- 1 cucharadita de crémor tártaro
- 1 pizca de sal
- 180 g de azúcar
- 80 g de harina
- 15 g de almendra molida
- 75 g de turrón de Xixona
Calentar el horno a 180ºC, con calor de arriba-abajo.
Tamizar la harina y reservar. Desmenuzar el turrón con un tenedor pero sin llegar a dejarlo hecho una pasta, que queden trocitos.
Poner las claras en un bol, espolvorear el crémor tártaro por encima y empezar a montar a velocidad baja hasta que el crémor esté disuelto y las claras empiecen a espumar. Añadir la sal y subir la velocidad hasta que se formen picos blandos.
Bajar la velocidad e ir incorporando el azúcar a cucharadas hasta que se vuelva brillante y firme. Volver a bajar la velocidad y añadir una cucharada de harina, batir hasta que esté integrada. Repetir el proceso con el resto de la harina y la almendra molida hasta que esté suave y esponjoso.
Agregar el turrón desmenuzado e integrar con ayuda de una lengua de repostería.
Volcar en el molde, que no estará engrasado, y meter a mitad de horno. Dejar hornear unos 40 minutos hasta que al pinchar con una aguja, cerca del centro, ésta salga limpia.
Dar la vuelta al molde y dejar enfriar por lo menos una hora antes de darle la vuelta. Pasar un cuchillo por las paredes, tanto del molde como del tubo. Volcar sobre el plato de servir, retirar el molde y terminar de enfriar sobre una rejilla.
Una de las características de este tipo de bizcocho de claras es la esponjosidad que tiene y eso es, precisamente, lo que le hace tan especial. Es como morder una nube de algodón. De hecho, aún no conozco a nadie que lo haya probado y no le haya gustado.
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