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lunes, 13 de junio de 2016

Pastéis de Belém o casi

        Hace mucho tiempo que tuve la suerte de probar esta delicia en Portugal, en mi visita a la Expo de Lisboa, anda que no ha llovido desde entonces, pero lo que nunca olvidaré es que me gustaron mucho mucho. Este año un compañero estuvo por allí y tuvo el detalle de traerse unos cuantos para la hora del café... absolutamente divinos.


    Los que seguís mis perfiles en las redes ya sabréis que estoy haciendo el curso de Macarons al milímetro de La tallerería. No, no se me ha ido la olla, que no voy a hablaros de macarons sino de como aprovechar las yemas que me han sobrado después de utilizar las claras de  todos los huevos que he utilizado. Una de las propuestas que nos hicieron era hornear estos pastelillos... una maravillosa y sabrosa idea que en casa ha gustado un montón.
    Después de probar un par de recetas,  que tres semanas de curso dan para muchos huevos, está de Megasilvita es la que ha parecido más deliciosa por abrumadora mayoría, aunque yo he reducido las cantidades para ajustarlas a mi molde.


    La receta original, secreta desde hace casi 200 años, se les atribuye a los monjes del Monaterio de los Jerónimos, en la freguesía lisboeta de Belém, pasando la receta, cuando en 1834 cerró el convento, a un anexo de una antigua fábrica de caña de azúcar que, con el tiempo, se convirtió en la Fábrica de los Pastéis de Belém, donde se sigue fabricando este apreciado dulce desde entonces.
   
 
    Ingredientes :
  • 1 plancha de hojaldre rectangular
  • 200 g de azúcar + 1 puñadito para el hojaldre
  • 125 ml de agua
  • 5 yemas
  • 37 g de maizena
  • 250 ml de leche
  • La corteza de 1 limón
  • 1 palo de canela
  • Azúcar glass para espolvorear
  • Canela molida para espolvorear
    Hacer un almíbar con los 200 g de azúcar y el agua, cociendo durante 5 minutos. Retirar y reservar.
    Estirar la plancha de hojaldre, espolvorear con el puñadito de azúcar y pasar el rodillo para que penetre. Formar con él un rollo a lo largo y cortar en 12 trozos. Engrasar ligeramente un molde de 12 magdalenas y cubrir cada hueco con un trozo de hojaldre. Estirar con los dedos desde el centro hacia afuera dejando el borde un poco más grueso. Meter en la nevera mientras preparamos la crema.
    En una tacita de leche disolver la maizena hasta que no queden grumos.
    Poner el resto de la leche con la piel de limón y la canela en un cazo y, cuando rompa a hervir, retirar del fuego. Añadir la mezcla de harina y leche, remover hasta que esté totalmente integrado y volver a llevar al fuego, sin dejar de remover. Cuando comience a hervir retirar de nuevo, añadir el almíbar en hilo removiendo continuamente. Poner de nuevo en el fuego y dejar cocer un par de minutos hasta que espese un poco. Retirar, colar para retirar los posibles grumos y dejar templar.
    Precalentar el horno a 230º C.
    Batir ligeramente las yemas, verter sobre la crema templada y remover con unas varillas hasta que la mezcla esté uniforme. Colar de nuevo.
    Sacar el molde preparado anteriormente de la nevera y rellenar con la crema reservada sin llegar hasta el borde ya que en el horno crecerá algo.


    Yo me pasé un poco con el llenado, como podéis observar en la foto, y casi se me desbordan.
    Hornear durante unos 20 minutos hasta que los bordes estén doraditos.
    Sacar y dejar enfriar durante unos 10 minutos antes de desmoldar. Sacar y colocar sobre una rejilla hasta que estén fríos.


    Se pueden comer tanto templados como a temperatura ambiente, eso sí, espolvoreados por encima con un poco de azúcar glass y canela molida.


    El resultado es impresionante, casi parece que estés en Lisboa degustando uno de los pastelillos más tradicionales de su gastronomía.

1 comentario:

  1. Que ricos :) me encantan estos pastelitos, son una delicia y te quedaron estupendos. Un beso

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